LOS ESTUDIANTES DEL PLANETA DINAMARCA por Milan González Molina

24.11.2017

por Milan González Molina


Si bien esta historia comienza a escribirse mucho antes de que yo me viera involucrado en ella, me parece pertinente comentarla desde un planteamiento general antes de pasar a un recorrido de mi experiencia.

Todo esto empezó cuando compañeros de cuarto medio tuvieron la oportunidad de ir a Dinamarca en un viaje de intercambio.

Charlando con algunos de mis compañeros descubrimos que las cosas son muy diferentes en ese lugar, no sólo porque esté a una distancia de 12.731 kilómetros, sino que, por ejemplo, es una monarquía, tiene impuestos de un 40% y está entre los 3 países más felices del mundo. Sabiendo eso , esperamos con muchas ansias lo que sería su llegada a Chile y les juro que fue una experiencia sin igual.

En su primer día acá pude conversar con algunos de ellos. Como estudiantes, uno de los primeros temas que surgió fue la comparación del sistema educacional de ambos países. A diferencia de nosotros - que tenemos una educación en donde hay materias que son comunes, independiente de tus gustos o proyecciones a futuro, como por ejemplo: química, física, biología, filosofía o historia- en Dinamarca la educación se diferencia a partir de una edad temprana y permite que se formen estudiantes ya enfocados en su futuro, todo esto enmarcado en una sociedad que les exige tomar responsabilidades y empezar a comportarse como adultos desde muy temprana edad. Es por eso que nos sorprendía que algunos estudiantes daneses vivieran solos o con sus respectivas parejas.

Después de ese agotador primer día hubo, por suerte, un feriado y, así, nuestros amigos daneses pudieron deleitarse con una vista ya más general de Santiago aprovechando sus grandes cerros, los cuales para sus ojos parecían montañas. Recordemos que allá el punto mas alto es de 170,86 m.s.n.m. y es una colina con una casa arriba. Al subir el Panul pudimos recoger más experiencias sobre todo basado en la gigantesca ciudad en la que vivimos que, para nosotros no es tan grande, pero es enorme comparada con cualquier ciudad danesa.

Del resto de las actividades no voy a profundizar porque son experiencias que es mejor vivir pues resultan muy difícil de contar. No obstante, hay dos que sí me van a quedar grabadas: las visitas, primero, a villa Grimaldi y luego al Museo de la Memoria. Fueron éstas las que hicieron que me diera cuenta de que unos jóvenes de mi edad, o un poco mayores, que viven al otro lado del mundo, eran capaces de cambiar mi perspectiva de lo ocurrido en mi propio país. Nos hizo reflexionar a varios de que las atrocidades ocurridas durante la dictadura han sido naturalizadas en nosotros. Así, el hecho de que a una persona la hayan separado de su familia, asesinado y luego arrojado al mar no produce un gran asombro en la mayoría de nosotros, mientras que a muchos daneses el simple hecho de ver las celdas les hizo romper en llanto. Eso generó una profunda reflexión en nosotros, pues confirmamos que el impacto de la dictadura sigue hasta nuestros días.

También hubo muchas fiestas pero eso se lo dejo a la imaginación de cada uno.

Después de una visita al cerro San Cristóbal llegó la hora de la despedida, el día que nadie quería que llegara. Desde mi experiencia, hice muchos amigos y fue un dolor nunca antes sentido el de ver partir, sin retorno, a personas con las que me encariñé tanto en tan poco tiempo. Pero hasta el día de hoy los recuerdo a todos con una sonrisa en la cara y con la felicidad de haber conocido Chile.

Es por eso que escribo este texto. Para demostrar que aunque la experiencia para muchos requiera un enorme sacrificio, no solo monetario, el poder conocer a gente de un país totalmente distinto, permite una nueva visión de nuestro propio país, generando un plus a la mirada ya crítica que tenemos algunos respecto de nuestra sociedad. Es por eso que este intercambio es una de las más bonitas experiencias que puede vivir uno como estudiante y se debe aprovechar al máximo ya que la suma de todo nos forja como personas. 

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