EL ORIGEN
29.11.2017
Silencio.
La más pura y aplastante oscuridad. El corazón late con toda su fuerza, la
emoción y la adrenalina me nublaban la vista.
Lo había hecho. Yo, contra todo pronóstico, lo había matado. Había conseguido mi objetivo, mi misión.
Debería correr, esconderme, huir donde nadie en el mundo pudiera volver a ver mi blanquecino rostro, mis cadavéricas facciones.
Eso hice.
Cogí el abrigo negro de su percha, y el bastón de su soporte.
¿Alguna vez te preguntaste de donde salió la muerte?
Ahí lo tienes.
De su propio puño y letra.