EL CONTRABAJO: ORGULLO Y CONDENA DEL MÚSICO  por Sebastián Valenzuela Urrutia

10.08.2018

Muchas personas no conocen el instrumento llamado contrabajo, el cual es una especie de violín gigante y que en las orquestas siempre está casi oculto. Este hecho es fundamental para dar inicio a este análisis deprimente, resentido y tosco acerca del deprimente pero para nada tosco contrabajo.

Para comenzar, teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente acerca de la popularidad de este "instrumentito", destacaré que el contrabajo es el instrumento más grande de los cordófonos y el que logra emitir el sonido más grave (sin tomar en cuenta el octabajo que es un contrabajo de aproximadamente 3,75m de altura y que es capaz de emitir sonidos aún más graves). El contrabajo tiene una afinación estándar la cual consiste en afinar las cuerdas en relación a los intervalos de cuarta (en lenguaje musical "cuarta justa") provenientes de la cuerda Mi (la cuarta y más gruesa) por lo que las siguientes son La(3ra)-Re(2da)-Sol(1ra). Para entender esto hay que pensar que la distancia entre Mi y La, es de cuatro notas o tonos (Mi, Fa, Sol, La) y así se van relacionando las notas en el contrabajo. Comprendido esto vamos a pasar a lo realmente importante para lo que se quiere reflexionar: el contrabajista.

El contrabajista, se podría apreciar como un ser periférico tanto en el ordenamiento estándar de una orquesta como en la titularidad de ésta, hecho cuestionable ya que, como destaca Patrick Süskind en su libro El contrabajo, "una orquesta puede prescindir de director pero no del contrabajo", y como este mismo autor señala luego en su libro; un instrumento titular y solista como el primer violín o la primera flauta puede tener muy claro este hecho, pero jamás lo aceptaría públicamente. Y entonces entran las dudas del porqué de la marginalidad del contrabajo o bien, del contrabajista. De esto surge un "quizás es porque no tiene solos ni piezas musicales en las que se destaque como lo hace un violín", o el "es que el sonido del contrabajo es muy grave y no se destaca de entre los demás como lo hace la flauta o algún instrumento más agudo", y así un sinfín de justificaciones del porqué el contrabajista es marginal y menos preciado en la escena musical clásica.

Para comenzar a refutar y descartar estas posibilidades de encubrimiento de un "porque" para el secundario rol del contrabajo; empezaré por decir que si existen piezas solistas para contrabajo, y contrabajistas virtuosos que se han destacado entre los otros músicos llegando a la fama y reconocimiento por sus creaciones y talento, pero que desgraciadamente no perduran en el tiempo como los otros músicos, lo cual empequeñece el legado musical que puede dejar el artista en el instrumento. Un ejemplo de esto es el del contrabajista italiano Domenico Dragonetti, nacido en 1763, quien a los 14 años ya era primer contrabajo en la ópera bufa de Venecia y posteriormente de la gran ópera de Vicenza. Domenico, se podría decir, fue el primer contrabajista virtuoso y capaz de crear piezas solistas y conciertos para contrabajo acompañado de piano u otro instrumento dejando la marginalidad del contrabajista de lado y posicionándolo como protagonista de la orquesta o del concierto. Pero lamentablemente Domenico no es tan conocido como quizás lo es otro músico que puede estar incluso a un nivel mucho más bajo que Dragonetti, pero que toca un instrumento más popular.

Ahora, para profundizar un poco más sobre este caso de segregación del contrabajista en la orquesta y en la escena musical clásica, (resalto clásica porque en otras escenas musicales como la del jazz o del ska clásico, este estado periférico del contrabajo disminuyó y se le otorgó un rol al instrumento mucho más protagonista, en especial en el jazz, debido a la anarquía de la improvisación y la esencia que el contrabajo le otorga a este estilo. Pero por excitante que sea este tema, no es tiempo para hablarlo) y analizando la construcción social del contrabajista y apoyándome en la exageración de esta construcción, a través del estereotipo presente en el libro anteriormente mencionado de Patrick Süskind, destaco que el contrabajista en su generalización presenta una timidez y una exclusión de lo social de una forma peculiar; me explico, el sujeto que es contrabajista, al trabajar y vivir en un mundo donde es periférico musicalmente, toma una vida periférica y excluida, adquiriendo así una personalidad enlazada a este hecho. También viendo de modo musical el asunto, el contrabajista toca de acompañante y en tonos que son un poco más difíciles de comprender por el oído humano por ser tan graves. Lo anterior conlleva que un público mucho más pequeño e instruido sobre esto pueda disfrutar en su totalidad el virtuosismo y el talento del contrabajista. Recalcando este tema del pequeño grupo que tiene capacidades de comprensión del instrumento, éste, para la gente, se torna elitista en su desenvolvimiento, lo cual es sumamente perjudicial para la música por el hecho de que la música en sí es expresión y una forma de compartir directamente las ideas y las emociones, y el contrabajo es un instrumento que tiene no pocas cosas que contar pero que no todos han tenido el tiempo y la capacidad de escucharlo, a diferencia del violín que la mayoría de las personas conoce y puede, en el mejor de los casos, expresar y hacer sentir a la gente sensaciones más fácilmente por el mero hecho de que hay más experiencia sobre este instrumento que del contrabajo.

Pero, haciendo énfasis en el título de este ensayo, el contrabajista también tiene un orgullo por tocar este instrumento ya que es el que le da el soporte a toda la orquesta y sin él se crearía un caos musical porque no existiría un orden continuo del pulso. Esto me lleva a creer que la segregación del contrabajista puede tener sus cimientos en el hecho de que socialmente se desvaloriza a la minoría y también a la base de toda sociedad, y esto aunque suene externo al tema principal, ayuda a comprenderlo[L1] , ya que el problema, visto desde una perspectiva macro, es la desinformación de la gente y la crisis cultural que conlleva la gentrificación de la música que conlleva a que cada vez menos gente tenga acceso a este arte y que se vaya perdiendo cada vez más la tradición clásica y los conocimientos adquiridos. A modo de crítica quiero resaltar que esto es una necesidad que el estado de cada país debería respaldar y apoyar mucho ya que es esencial para la cultura mundial.

Pero a modo de conclusión de estas meditaciones y cuestionamientos, me gustaría poner mi punto de vista para solucionar el problema social y cultural de la segregación del contrabajista y la marginación del contrabajo en la escena musical, el cual sería una educación musical instruida en la inclusión y en la adquisición del mundo que entrega el contrabajo a la gente y al músico y dejar a un lado la invisibilidad histórica que tiene el contrabajo en la música clásica dándole lugar para que pueda mostrar su máximo potencial y explayarse en su totalidad, otorgando más conciertos de contrabajo y orquesta y darle la admiración merecida a las bases que conforman y sostienen a la sociedad en la cual los sujetos se desenvuelven y en el caso del mundo musical, dejar de esperar solos de violín y entregarse a un solo de contrabajo esperándolo con los brazos abiertos.


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