¿QUIERES JUGAR? por Gabriel Manquepillán Buglioni

10.08.2018

¿Alguna vez te has puesto a pensar en cuánto nos hemos distanciado, hasta de las cosas más básicas nuestras, de la propia naturaleza? Como cuando ves el Animal Planet y sientes que son situaciones completamente ajenas a tu vida. ¿Habrás pensado en algún momento en que quizá nosotros provenimos de esos lugares? Vivíamos en los árboles, corríamos en las praderas, saltábamos en las ramas, nos escondíamos en los bosques, etc.

¿No te parece un poco extraño que sabiendo todo esto, aún veamos con asombro a adultos jugando a la pinta, corriendo o subiendo árboles? Es curioso como todos estos actos se los atribuimos a los niños, mientras que a los adultos (mayores de 18) solo les queda ir al gimnasio, yoga u algún deporte competitivo. Pareciese cada vez más que los adultos lo hicieran con algún fin ajeno a la diversión misma, y esto tomó una forma tal que quedó como símbolo representativo de la adultez. Mientras que los niños solo buscan diversión corriendo, saltando y arrastrándose. Los adultos buscan lucir mejor, sentirse bien, pero a la vez lo hacen con algún deporte que les ayude a solucionar esos "problemas", para poder a futuro compararse con ellos mismos o con otros. Pero ¿Dónde quedó la diversión?

A mi parecer es gracioso analizarlo porque ¿Cómo algo tan simple se volvió tan extraño? Imagínense que quizá todos nuestros conflictos adultos y discusiones, fueron tan solo por falta de juego. Tal vez a Hitler no lo invitaban a jugar a "la Escondida" cuando era pequeño, o tal vez a Augusto Pinochet su padre no le daba permiso para salir a jugar hasta tarde, mientras veía como sus amigos jugaban a "la Pinta". Bueno, creo que eso por ahora no lo sabemos.

Otra cosa que nos atormenta es el hecho de que ahora incluso a los mismos infantes ya no les dan ganas de salir a jugar. Yo curso cuarto medio de un colegio no muy grande y puedo decir con mucho orgullo que mis amigos y yo, salimos en todos los recreos de almuerzo a jugar a "la Pinta" o a "la Escondida". Pero inclusive en este ambiente escolar, más pequeño y con gente conocida, veo como algunos adolescentes nos miran con extrañeza y pienso ¿Cuándo pasó esto? Sé que puede sonar como algo que diría cualquier adulto, pero, en realidad creo que estas tecnologías mucho más accesibles han potenciado en gran parte el distanciamiento físico del juego. Claro, porque ahora puedes jugar cosas mucho más interesantes, desde el mismo sillón de tu casa, y con todos tus amigos. También puedes pasar horas y horas mensajeando por alguna red social como "Instagram" o "Facebook", porque es mucho más fácil escribir las cosas que decirlas directamente a la cara. Mas ¿No es eso precisamente lo que buscan este tipo de nuevas tecnologías? Hacernos entes competitivos, que pueden hablar mucho, pero sin decir ni una palabra. Pareciese que estuvieran hechas para crear adultos más jóvenes ¿No?

He pensado en varias ocasiones que jugar podría constituir un gran favor a las personas, e incluso una solución considerable para los médicos. Cada uno cuando juega, no solo ríe, se divierte, "Juega", sino que, al correr potencia el desarrollo de la masa muscular, disminuye la cantidad de grasa corporal innecesaria en el cuerpo. Al subir a los árboles mejora su flexibilidad, el pensamiento rápido, la capacidad de reacción y fortalece los huesos. Saltar, previene que las rodillas pudiesen sufrir daños severos eventualmente por la edad, lubrica las articulaciones de todo el cuerpo y, desde luego, mejora el equilibrio. También disminuimos considerablemente el estrés de la ciudad y de la vida adulta, y por último, no existe deporte más completo que el juego mismo. Ni siquiera con horas y horas de gimnasio alguien podría trabajar tanto el cuerpo como jugando. Quizás, habría que ir reemplazando los gimnasios por patios de juego para adultos.

Aunque, tal vez, algo que los adultos pudiesen decir para intentar destruir esta idea del juego como un excelentísimo deporte, pudiese ser la falta de tiempo. Yo respondería a eso que, no como los deportes competitivos con una cantidad de reglas y condiciones similares a la de una constitución, el juego básicamente es algo tan simple que incluso con cinco minutos, puedes jugar una ronda de "Pinta" sin parar. ¿Pero dónde? En todos lados, tan solo necesitas a una pareja para poder empezar a jugar y correr.

Otra de las maravillas del poder salir a jugar es que esta actividad es un tipo de diversión completamente inclusiva. No discrimina a nadie por no tener dinero, o a cualquiera que incluso tenga alguna discapacidad física. Existe una cantidad de juegos tan grande como lo que tu capacidad imaginativa te lo permita, la única condición es que involucre a amigos y que cada uno de ellos piense en alguna forma, como poder hacer ese juego más entretenido.

Como última reflexión yo diría que hay que diferenciar "la madurez" de "el jugar". El hecho de ver a cualquier persona corriendo y saltando en la calle gritando "¡pinta!", no significa para nada que sea una persona infantil o menos adulta que tú mismo. La adultez no se mide en la negación de una persona a jugar o no. Me atrevería a decir que la adultez -y con ello la madurez de una persona- es la capacidad de ser feliz y de vivir la plenitud de la existencia con quienes nos rodean. Y eso se manifiesta expresamente en nuestra capacidad de jugar, al fin y al cabo, la vida misma es un juego en el que tenemos que entender que, a pesar de que ganemos o perdamos, podemos aprender a divertirnos más jugando. Recuerda siempre que los mejores juegos de tu niñez no fueron donde ganaste, sino donde más te divertiste con tus amigos.

Por eso la próxima vez que veas a alguien jugando a cualquiera de estos juegos, quizá, en vez de ponerte a pensar en "¿Qué edad tendrá es@ muchach@?", deberías decir tan simplemente algo como "¿Puedo jugar también?". 

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