LA EDUCACIÓN COMO HERRAMIENTA PARA CONSTRUIR UNA IDENTIDAD CULTURAL EN EL CHILE DEL SIGLO XIX por Iñaki Mendoza

28.11.2017

Durante el siglo XIX se acumularon en Chile ciertas problemáticas tras el proceso de independencia. Entre ellas, por ejemplo, una clara división ideológica que marcaría los procesos políticos de nuestro país incluso hasta después del siglo XX. Por otro lado, a nivel social, la élite de la época veía en las clases populares una falta de cultura e identidad como problema para el emergente Estado chileno. Para solucionar esto, se implementaron una serie de normativas y políticas. Entre ellas, las que abordan la educación pública. A continuación, se presentarán algunas características de cómo influyó la educación pública en el proceso de conformación de la república, con el objetivo de ver si realmente fue la educación un factor determinante en la conformación de una identidad a nivel país.

Aunque la educación es un tema que se trabajó desde los comienzos de Chile como Estado a través de la fundación de diversas instituciones tales como el ministerio de educación en 1837, la fundación de la Universidad de Chile y la escuela de preceptores en el año 1842, y la fundación de la escuela de preceptoras hacia 1853, siempre se la había considerado como una opción meramente para la aristocracia y las clases sociales más altas. Sin embargo, desde los principios de la construcción de la República en al país, surgió en los gobiernos la inquietud de dar un sustento social y popular al Estado, a través de un intento de culturización masiva a través de, entre otras cosas, la educación, ampliando así la idea de nacionalidad incluso sobre la clase alta y el remanente de los independentistas, intentando que un grupo social ideológicamente externo al proceso de independencia asumiera como propia la nacionalidad chilena.

Por esta misma razón a mediados del siglo XIX la necesidad de llevar la nueva identidad como país a la mayor cantidad de gente posible (en especial a los grupos sociales más bajos, que representaban alrededor de un 90% de la población) creció, y junto a ella, una discusión de cómo debería hacerse. Andrés Bello, por ejemplo, creía en una educación elitista, como puede verse en el siguiente fragmento: "Las clases pobres tienen derecho a la educación, mas como sus necesidades sociales son diferentes, y como su modo de existir tiene distintos medios y distinto rumbo, es preciso darles una educación análoga a esta situación." (Bello, A. (1836), citado en Mendizábal y Riffo, (2013), p. 160).

Por otro lado, tenemos también la visión de intelectuales liberales, como por ejemplo Domingo Faustino Sarmiento, que en contraste con Andrés Bello, sí era partidario de la educación pública, gratuita y obligatoria para una totalidad de la población; sin embargo, se invisibilizaba la cultura ya preexistente (con el fin de construir una nueva) y también se planteaba la educación como un claro método de control de masas, como se ve en el siguiente fragmento: "Que el país se organice en sociedades de escuelas dominicales, nocturnas, primarias, de rotos como en Inglaterra, de temperancia como en Estados Unidos; que nuestro clero abandone el púlpito y adopte el silabario" (Sarmiento, D. F. (1856), citado en Mendizábal y Riffo, (2013), p. 160) o en ésta cita del intelectual liberal Miguel Luis Amunátegui: "Los ignorantes nunca se ocupan de tal cosa, porque no conocen la importancia de la instrucción, como el ciego que no comprende la belleza de los colores" (Amunátegui, M. (1856), citado en Mendizábal y Riffo, (2013), p. 162).

Ahora, si bien estas ideas sirvieron como precedente para la aprobación de una ley, ésta no llegaría sino hasta 1860, con la ley de instrucción primaria, sucedida por la ley de instrucción secundaria y superior, casi 20 años después (1879), que plantarían recursos para una posible educación gratuita. La ley de instrucción primaria fue la primera que, quizás no de la mejor manera, fue capaz de plantear un cambio en la forma de acceder a la educación para las clases populares. Desafortunadamente, hubo también una serie de impedimentos y erratas que han evitado hasta el día de hoy una eficaz nivelación en la educación para diferentes clases sociales.

El verdadero problema del proceso de conformación de la república en Chile es que se intentó armar un Estado sin la existencia previa de una nación entendida y asimilada por una gran mayoría de la población. Por ende al finalizar el proceso, la gran mayoría de la gente (las clases populares) no se sentía chilena, ya que fueron externos al proceso de independencia. De ahí surge la necesidad de crear una cultura sin una base popular, y masificar ésta a través de la educación pública. A fin de cuentas, la promoción de la educación pública jugó un papel determinante en consolidar a Chile como un país, ya que sí sirvió como método para extender la idea de nacionalidad entre la gente. Aunque sí se puede cuestionar la verdadera efectividad de estas políticas en mejorar el capital cultural de las personas, según el censo de 1895, el porcentaje de alfabetización en total en Chile era cercano al 44%. Esta alza en la alfabetización traería también un alza en la tasa de sufragio, ya que solo la gente alfabetizada tenía el derecho a voto. Por desgracia, cabe destacar que en el caso particular de las mujeres, la tasa de alfabetización no superaba el 15%.

Finalmente, mi postura ante esto es que la promoción de la educación pública tuvo una clara intención: la domesticación y regularización de las masas a través de la rápida creación de una nación, más allá de la poca uniformidad de actitudes culturales previas a la conformación de un Estado. Hay una domesticación y una desconsideración ante las prácticas comunes de una gran mayoría de la gente que residía en territorio chileno previo al proceso de independencia, que recordemos fue un proceso en su mayoría motivado por la oligarquía. Lamentablemente, recursos no siempre implicarán calidad.

Para terminar cabe señalar que a fin de cuentas la lucha por la educación pública de calidad sin importar la clase social, es una problemática por la cual se sigue luchando hoy en día, y los impedimentos impuestos por las facciones conservadoras son como menos similares a los del siglo XIX, destacando claro ciertas diferencias tales como la opinión respecto a la educación superior gratuita, entre otros.

BIBLOGRAFÍA

Mendizábal, A. Riffo, J. (2013). "Historia, Geografía y Ciencias Sociales, 2 Medio", Editorial SM: Santiago, Chile.

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