FELIZ DÍA (DE LA MUJER) por Amulepe Taiñ Weichan

30.11.2017

Me desperté, mi papá y todos mis hermanos me saludaron, estaban en el comedor esperándome para desayunar: un especial desayuno. Todos se levantaron para abrazarme, me felicitaron, y me invitaron a sentarme con ellos. Me senté, habían comprado una torta que decía: "Feliz día de la mujer", yo les agradecí por estos regalos. Terminamos de desayunar y me fui a esperar la micro para ir al colegio. 

Cuando llegó la micro subí, al fin. Luego de 30 minutos de viaje bajé en el paradero y caminé hasta el colegio. Desde la lejanía del colegio, antes de llegar, se podía apreciar un inmenso cartel, en el que se expresaba un: "Feliz día a todas las mujeres". 

Entré, estaba la inspectora registrando a todxs los que llegaban luego de la hora de entrada. Me registró, ya que había llegado 5 minutos tarde - a las 8:35-. La inspectora al verme me dijo que no me vistiese con escote, que era una falta de respeto. Yo prescindí de su comentario, solo dando un pobre gesto de asentir. Seguí con mi camino hacia mi sala de clases, al llegar vi a unos niños de mi curso regalándole flores a las mujeres, sin saber su propósito. Al entrar, el profe me dijo "feliz día, señorita", luego, llamó a un compañero para que me entregase mi respectiva rosa. El profe le pasó la rosa, al chico le dio vergüenza, y se negaba tímidamente a entregármela. Al instante todxs comenzaron a gritarle-¡Niñita!-. El niño, al escuchar este terrible insulto se dirigió hacia mí y me entregó la flor. 

Todo el día hubo actividades y juegos, y para las mujeres muchos regalos sin rumbo. A las 1:00 pm tocaron la campana, todxs fueron a buscar sus pertenencias y se retiraron. Yo fui al paradero, a esperar la micro, cuando de repente pasó un tipo en una moto y me grita -¡Washita rika!-. Yo sorprendida, miré a lxs demás que estaban esperando la micro y nadie hizo ni un solo ademán de preocupación ni de nada, omitiendo completamente lo que había pasado. Intenté imitarlxs y no darle mayor importancia. Al llegar a la micro, subí, pedí permiso y me fui hasta el fondo, a sentarme en el asiento que tiene ventana. 

Durante el transcurso del viaje subió mucha gente, estaban todos los asientos llenos. Entre todo el ganado, estaban unos adultos que me miraban todo el tiempo. Estas miradas acosadoras se mantuvieron, por lo que decidí bajarme en el próximo paradero. Me paré de mi asiento, toqué el timbre y fui hasta la puerta pidiendo permiso. Pasé al lado de los viejos -que por cierto, seguían mirándome- les pedí permiso, así que ellos se movieron ligeramente y al instante uno acerca su boca a mi oído y me dice "¡Mijita, qué no le haría!", y me agarró el poto. Me sentí terriblemente perturbada, pasada a llevar, acosada, una sensación inexplicable, pero supongo que tengo que resistir estas sensaciones porque así son las cosas.

Estaba un paradero anterior al mío, así que comencé el rumbo hacia mi casa, conejeando entre los pasajes. Llegué a mi casa, estaba mi papá y dos de mis hermanos. Pasé a saludar a mi padre, me preguntó cómo había sido mi día, le dije que bien y me fui directo a mi pieza. Dejé la mochila, luego fui a buscar algo que comer a la cocina, al entrar en ésta me encontré con el Everest de loza sucia, así que me puse a lavarla de inmediato. 

Mi papá entró a la cocina a buscar una cerveza y me miró por un momento- con su cerveza en la mano- retirándose de la cocina. Salió dirigiéndose a la pieza de mis hermanos, al parecer tenía algo que decirles, y yo de pura sapa cerré la llave de agua y puse mis oídos en disposición de cahuinear. Alcancé a escuchar a mi papa diciéndole a mi hermano menor -Tu hermana está lavando y es su día, la podrías ayudar a hacer sus cosas-. Mi hermano venía hacia la cocina, así que me puse a lavar de nuevo. Al entrar me dijo -Tranquila hermana, deja hasta ahí no más, porque por hoy yo me encargaré de lavar para que no te esfuerces en tu día.

Luego de ese día, hija, todo cambió, comencé a pasar por un proceso de transformación, de lograr ver y reconocer la sociedad en la que nací.

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